GENOCIDIO CON G DE GAZA. “La solución definitiva para un magnífico resort”
Adhex condena enérgicamente la masacre del pueblo palestino por parte de Israel y exige una mayor contundencia en la respuesta política y social
España ratificó el Estatuto de Roma el 24 de octubre de 2000. Este acuerdo había sido adoptado el 17 de julio de 1998 por 120 países.
El Estatuto no entró en vigor hasta 2002. Y ha sido firmado por 139 estados, aunque a fecha de hoy 29 aún no lo han ratificado, entre ellos están Israel, Estados Unidos, Irán, Marruecos o Rusia. Es decir, para estos 29 países no es un documento vinculante.
El Estatuto de Roma supuso la creación de la Corte Penal Internacional. “La Corte será una institución permanente, estará facultada para ejercer su jurisdicción sobre personas respecto de los crímenes más graves de transcendencia para toda la comunidad internacional”.
En su artículo 5 delimita sobre los crímenes que tiene competencia: el crimen de genocidio, los crímenes de lesa humanidad, los crímenes de guerra y el crimen de agresión. En los siguientes artículos detalla qué son cada uno. Y define genocidio (en el artículo 6) de esta forma:
“A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por «genocidio» cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal:
- a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
Una lectura pausada de esta definición, así como la que recoge los crímenes de lesa humanidad, nos sitúa directamente en mitad del territorio de Gaza y nos apunta a su principal responsable (que no el único): el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu.
El delito de genocidio, ya había sido definido por Naciones Unidas en la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948 que, precisamente se adoptó una vez conocido el Holocausto perpetrado por la Alemania nazi y que acabó con la vida de 6 millones de judíos. Aunque no fueron las únicas víctimas, sí que se reconoció el genocidio sobre el pueblo judío. El Tercer Reich planificó el exterminio de la población como la “solución final a la cuestión judía”.
El órgano que juzga, en este caso, es la Corte Internacional de Justicia y mantiene relación con la Corte Penal mediante la suscripción de acuerdos.
Un dato: Estados Unidos no ha ratificado la Convención sobre el Genocidio, pero sí forma parte de la Corte Internacional, a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el que además ostenta derecho a veto (junto a China, Francia, Rusia y Reino Unido).
A estas alturas, pocas dudas quedan ya que lo que está haciendo Israel, bueno Netayanhu y su ejército, en Gaza es un genocidio. No es una guerra el ataque masivo contra población civil por parte del ejército de un país. Es una masacre. Las cifras reales de muertos no las conocemos, hay estimaciones que cuentan más de 70.000, otras (que no se pueden descartar) llegan hasta 180.000 personas.
“Los seres humanos no están hechos para soportar un terror sin fin”, son palabras del responsable de la Organización Mundial de la Salud, ante un conflicto cada vez más cruento. Muertes, destrucción del territorio, desplazamientos masivos constantes, mutilados. Secuelas en la salud mental de por vida.
Para Israel se han convertido en objetivo constante hospitales y sus accesos a los mismos, escuelas, niños, sus padres y madres.
Si en un principio alguien pudo comprender como “justa” la respuesta que dio Israel al atentado de Hamás, en octubre de 2023, y que vino a incrementar el asedio sobre la población de Palestina; hoy por hoy nadie puede convenir que esta respuesta fue, desde el principio, desproporcionada. Máxime, sabiendo como ha reconocido recientemente el propio Netanyahu que su Gobierno permitió que se transfirieran fondos desde Catar a Hamás en Gaza para mantener a los islamistas y a la Autoridad Nacional Palestina (que administra Cisjordania) divididas.
Estamos asistiendo al exterminio de un pueblo en directo. A cada minuto contemplamos los gritos de dolor por los hijos, maridos, madres, esposas o vecinos asesinados. Son ya muy familiares el desfile de sus mortajas blancas en nuestras casas.
No podemos permanecer impasibles ante estos criminales que impiden, incluso, la llegada de la ayuda humanitaria.
Tanto horror son los cimientos sobre los que quieren erigir un resort, un maravilloso complejo turístico donde tu experiencia vacacional te haga olvidar los ríos de sangre que fluyen por debajo.
España y la comunidad internacional no pueden seguir permitiendo el delirio de Benjamin Netanyahu, Donald Trump y tantos otros violadores de derechos humanos.
Asociación Derechos Humanos y de las mujeres de Extremadura.